Cada día, observo como a los niños se les da un celular y al momento de crecer se quedan metidos en el aparato, perdiendo tiempo, perdiendo alguna oportunidad que pudieron haber tenido, son niños muchos cuando somos grandes queremos volver a esa edad en donde nada nos importaba, nada nos afectaba como lo hace ahora, podíamos hacer cualquier cosa, jugar, gritar, divertirse.
Cuando eres adolescente te llegan bastantes responsabilidades, tienes que empezar a madurar, a crecer, a cambiar, a tomarte las cosas en serio. Si te sigues comportando como un niño, nunca vas a aprender lo que es tener responsabilidad hay muchas cosas que tenemos que ir aprendiendo y viendo. Tenemos que ir metiéndonos en mente que ya no somos unos niños que siempre nos van a estar cuidando y dando cosas, no.
“No somos víctimas de las circunstancias, nosotros creamos nuestras propias circunstancias..."
Sin embargo, en diversas ocasiones nos preguntamos sorprendidos por qué las cosas sucedieron como sucedieron y buscamos de inmediato a un culpable o responsable para poner a salvo nuestra irresponsabilidad.
Desde luego, existen acontecimientos fruto de la casualidad fuera de nuestro control, como un terremoto, una tormenta, un accidente en el cual no fuimos protagonistas: otro manejaba, una piedra nos cayó, un rayo, etc; pero en la mayoría de las ocasiones no es la casualidad sino la causalidad; nosotros mismos producimos que nos despidieran del trabajo, que nuestra pareja nos abandonara, que no exista la comunicación con nuestros hijos entre muchas otras situaciones por las que atravesamos y que según nosotros son inexplicables.
Las crisis personales son extraordinarias oportunidades para crecer y esto es posible cuando reconocemos nuestro papel protagonista en dichos sucesos, cuando tenemos la capacidad de absorber nuestros propios errores, cuando esto sucede somos victoriosos de la crisis, la adversidad se convierte en buenaventura, el fracaso en sabiduría, el error en luz, estamos listos para seguir avanzando...
Por el contrario, la obstinación por “tener la razón” nos ciega, nos lleva a cometer nuevamente el mismo error, hay a quien por supuesto le sorprende la muerte y estaba equivocado, se despide de este mundo renegando de que en vida nadie lo pudo comprender, no es mas que soberbia por no asumir la responsabilidad de los hechos de su vida.
Es triste y al mismo tiempo maravilloso comprender nuestras equivocaciones, maravilloso porque la luz nos iluminó, triste por el tiempo que perdimos y nunca más volverá.
Detenerse, palabra maravillosa y necesaria para asimilar las lecciones que nos da la vida, para ello es indispensable ser humilde, no para resignarnos a las circunstancias que nosotros mismos hemos creado sino para aprender lo que aún nos falta por aprender.
Cuanta grandeza encierra el espíritu de aquel ser humano que se deja por la vida enseñar. Caminando por la existencia mientras asimila en su alforja la experiencia que día a día la vida le ofrece, parafraseando a un gran escritor, tal vez por muy pocos conocido, el maestro Eric Fromm; "todos podemos ser nuestros propios psiquiatras sanándonos diariamente, gracias a la reflexión podemos extraer de cada momento la lección de cómo ser mejores"
-Anónimo.
:v
ResponderBorrarTu información es muy buena, es cierto últimamente a los niños ya no los ves jugando en los parques, ni corretiando.
ResponderBorrarPienso que no es correcto que los niños a temprana edad tengan teléfonos, eso aunque no lo creamos les afecta.